¿Por qué no hablamos de lo nuestro?

Right to Education. Foto: Ted Eytan

Una compañera me dijo hace poco que le prestamos demasiada atención a los trans y que deberíamos como feministas de centrarnos en luchar contra las opresiones a las que están sometidas las mujeres y niñas: violaciones, agresiones sexuales, sexismo, asesinatos, prostitución, vejaciones, discriminación, brecha salarial, violencia obstétrica, invisibilización, maltrato… y tiene toda la razón. Ojalá esta sea la última vez que tengo que hablar de los trans. Pero me temo que no lo va a ser.

El feminismo se debería de ocupar, como los últimos 300 años,  de los padecimientos que sufren las mujeres en manos de de los hombres, y luchar para liberarlas de ellos. El feminismo se debería de ocupar de la liberación de la mujer de la opresión patriarcal y así conseguir la igualdad real de los sexos mediante una sociedad justa y equitativa. ¿Por qué entonces perdemos el tiempo hablando de los trans y del transgenerismo? ¿Por qué no vamos a lo nuestro? Porque nos quieren quitar lo nuestro.

Yo, particularmente les daba todas las opresiones femeninas al colectivo trans. Toditas. Pero el patriarcado sabe muy bien a quién oprimir porque lo hace en función de lo que tenemos entre las piernas (sexo) cuando nacemos. Así de simple y así de injusto. Si entre las piernas hay un pene (sexo masculino), no se oprime, si hay una vulva (sexo femenino), sí. Y eso es así porque esa vulva significa que ese bebé, cuando crezca y sea adulto, va a poseer un diferencial biológico con respecto a quien no la tiene, y va a menstruar o poder gestar y parir. Solo por ese pequeño detalle tan arbitrario, el patriarcado ya le asigna a los bebés con vulva un lugar secundario en la sociedad (género femenino) y a los con pene, el principal (género masculino). El privado y el público. El dependiente y el independiente. El sometido y el dominante.

Entonces, ¿por qué nos preocupamos de los trans? ¿Por qué perdemos horas y horas de tiempo a batallar contra ellos en redes y fuera de ellas en vez de batallar contra el patriarcado opresor? Porque después de esos 300 años de lucha feminista, hemos conseguido que las mujeres y niñas, que son esas personas que nacieron con vulva (sexo) tengan unas pocas leyes que compensen esa desigualdad que supone que la sociedad les asigne ese papel secundario (género). Y así poco a poco, haber logrado en estos tres siglos que todas las personas adquieran la misma relevancia e importancia social, al menos en el papel. Pero si se aprueba una ley como la ley trans, que permite que esas leyes que compensan la desigualdad no se establezcan en función del sexo, sino del género, las personas que adopten el género contrario al asignado al nacer según su sexo, también serán acogidas por esas leyes compensatorias. Y entonces esas leyes no valdrán para nada, porque su única razón de ser (compensar las desigualdades que la sociedad patriarcal crea en función del diferencial sexual de las personas), dejaría de existir.

Cuando el feminismo dice que las leyes de autodeterminación de género ponen en riesgo los logros feministas, es porque alteran la realidad de los hechos en los que están fundamentadas las leyes basadas en sexo. No hay derechos exclusivos para las mujeres, hay leyes de protección y compensación específicas porque la mujer es la que sufre la desigualdad estructural en el sistema patriarcal. Si desaparecen esas protecciones específicas, no hay forma de luchar contra la opresión. Que existan leyes que eliminen la categoría sexo y la sustituyan por género, va en contra de las políticas de protección y compensación a las mujeres, como lo es la ley integral de violencia de género o las leyes que garantizan la paridad en las instituciones.

Si cualquier persona que ha vivido como hombre la mayor parte de su vida comete un delito donde la ley establece que hay un agravante por género y se cambia de género durante el proceso, ese agravante pierde toda la razón de ser y, al final, la ley que lo sustenta, también.
Si una mujer es agredida por su marido y éste se identifica mujer, ya no se puede acoger a la Ley Integral para la Violencia de género.
Si una mujer es despedida de su empresa estando embarazada, ya no la puede denunciar por discriminación porque no solo las mujeres se quedan embarazadas.
Si una mujer es agredida sexualmente por una persona que se identifica mujer pero tiene pene, ya no se puede aplicar el agravante de género.
Si una persona que se identifica mujer pero tiene pene es acusada de agresión sexual e ingresa en prisión, lo hará en una cárcel de mujeres.

Pero no solo hablamos de futuribles. Está pasando en paises donde leyes similares han sido aprobadas hace ya algunos años. Es demasiado fácil cometer fraude de ley y al final los procesos judiciales acaban perjudicando siempre al más desfavorecido, las mujeres.

Todas recordamos el caso de Jessica Yaniv, transgénero canadiense autoidentificada mujer que denunció por discriminación a una veintena de centros de depilación femenina por negarse a depilarle el escroto. Las denunciadas, mujeres inmigrantes todas, ganaron el caso pero los trámites judiciales las llevaron a la ruina y hubo varias que tuvieron que cerrar su negocio.

En Canadá también, ocurrió el caso del Refugio para mujeres violadas de Vancouver (que recoge en su blog Críticas Cítricas). Este refugio es el más antiguo de Canadá, lleva en activo desde el año 1973, ofreciendo “apoyo a las mujeres que han experimentado cualquier forma de violencia masculina, incluida la violación, el maltrato a la esposa, el incesto, la prostitución y el acoso sexual.”
En el año 2000, una persona nacida hombre denunció al refugio porque no le dejaban trabajar asistiendo a las mujeres. En el año 2007 obtuvieron una resolución de la Corte Suprema de Canadá que les habilitaba para atender solamente a mujeres y contratar personal femenino. La Corte entendió que cuando las mujeres somos víctimas de violencia sexual, la presencia de personas que hayan nacido hombres puede impedir la recuperación del trauma de haber sido violada. Esta decisión no ha sido aceptada por la comunidad trans y en especial por Morgane Oger, miembro del partido Democrático de British Columbia, que dijo textualmente en marzo de 2019: “Mordiendo la mano que te da de comer: el refugio de mujeres violadas, financiado con impuestos, incita los prejuicios y exhibe discriminación a pesar de que han tenido un período de gracia de un año para ponerse al día con las leyes de discriminación de la ciudad de Vancouver.”
Ese mismo mes de marzo, las subvenciones públicas fueron retiradas al refugio de mujeres más antiguo de Canada, que ahora sobrevive únicamente con aportaciones privadas.

Otro caso famoso es el de Valentina Thelema, transgénero nacida varón de 1,90 de estatura y frondosa barba autodeterminado mujer, que acostumbra a invadir espacios exclusivos para mujeres, como los vagones de metro separados por sexo de Ciudad de México, donde graba a las ocupantes que le increpan para luego intentar denunciarlas por delito de odio o directamente las agrede. Obviamente, todas mujeres humildes usuarias del metro, no denuncian.

Y siguiendo en Latinoamérica, hace muy pocos días, la cantante Mon Laferte subió a su Facebook esto: «Hace algunos días recibí la invitación para ir a visitar la @okupa_bloque_negro (ex CNDH) lugar que actualmente es un refugio para mujeres, un hogar, un espacio de resistencia contra la violencia; aquí hay madres buscando justicia y mujeres que vienen de otras ciudades huyendo de sus agresores y colectivas feministas. Al recibir dicha invitación inmediatamente accedí y decidimos en conjunto hacer un pequeño concierto para recaudar ayuda (alimentos, medicina y ropa principalmente), compartí el evento en mis redes y a los minutos de esto comencé a recibir mensajes en donde se me acusaba de posible transfobia por apoyar al bloke, sin entender los motivos de esta acusación me pareció necesario investigar, entonces me comuniqué directamente con el bloque para saber saber su postura. Ayer por la tarde pude hablar con Erika (vocera de la Okupa y madre buscando justicia) le pregunté qué era lo que estaba pasando, Erika me dijo que “aquí el único enemigo es el patriarcado”.
Después de la llamada, de leer en redes y de varias horas de pensar llegué a la conclusión de que cada quién sabe en su corazón cuáles son sus sentimientos e ideas y que es importante respetar y tener empatía, bajo este pensamiento quiero comunicarles que he decidido no participar en el concierto, lo que menos quisiera es que se generen discusiones, siempre he intentado unir a las personas ya sea con mi música o mis acciones. Yo ya no quiero más odio, seguiré apoyando a todos los colectivos FEMINISTAS, TRANS, LGBTTTIQ+ como lo he hecho los últimos 10 años de mi vida.»

No voy ya a mencionar las decenas de delincuentes sexuales autodeterminadas mujer que en Reino Unido han solicitado su traslado a cárceles de mujeres con el consiguiente peligro para las presas y sus hijos, como el famoso caso de Karen White, persona transgénero autodeterminada mujer que violó a varias presas y que actualmente cumple cadena perpetua en una cárcel destinada a depredadores sexuales. Este caso y los anteriormente citados son facilmente comprobables a un toque de click de ratón.

En resumen, no podemos ocuparnos de «lo nuestro si lo «nuestro» deja de existir. El Feminismo es como un camino lleno de obstáculos, pero si uno de ellos es una bomba que pretende dinamitarlo, o la apartamos o no habrá más camino. El otro día leí que si una ley no protegía a toda la sociedad sino solo a un pequeño grupo perjudicando al resto, era una ley fascista. En una ley que protege a los ricos frente a los pobres (las leyes tributarias en paises como EEUU), lo entendemos perfectamente. A ver si también lo hacemos con una ley que protege a los trans de unas supuestas discriminaciones inexistentes frente a las mujeres.

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